40º Aniversario de ComputerWorld
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HPE

La buena tecnología, una fuerza para el bien

“No sobrevive ni el más grande ni el más fuerte, sino el que mejor se adapta”. En un universo en constante cambio y con crecientes disrupciones globales, esta frase nos lleva a reflexionar sobre el poder transformador de la tecnología.

José María de la Torre, presidente y consejero delegado de España y managing director de Sur de Europa de HPE
José María de la Torre, presidente y consejero delegado de España y managing director de Sur de Europa de HPE.

Este poderío de la tecnología en Hewlett Packard Enterprise (HPE) lo llamamos force for good, la fuerza de la tecnología —ya sea en el ámbito de la inteligencia artificial, la supercomputación, la ciberseguridad, la tecnología de redes, el 5G, el internet de las cosas o  la gestión de la ingente cantidad de datos— al servicio de un propósito: mejorar la forma en que las personas viven y trabajan

La tecnología ha permitido grandes logros para el bien común, en incontables disciplinas. Nos centraremos aquí en cuatro de ellas: salud, educación, sostenibilidad e igualdad de oportunidades. 

La incorporación de la supercomputación a la ciencia médica está permitiendo numerosos avances en el desarrollo de nuevos tratamientos y fármacos. Tal es el caso de las enfermedades neurodegenerativas que afectan al 1% de la población mundial. Al aplicar la gran capacidad y el rendimiento exponencial de la supercomputación a miles de millones de datos desestructurados y en múltiples formatos que manejan las comunidades científica y médica, se ha logrado acelerar hasta cien veces el tiempo de realización de las pruebas clínicas genéticas y genómicas relacionadas con el alzhéimer. También en el ámbito de la medicina, un avance tecnológico muy extendido y con un impacto muy positivo en la labor del personal sanitario y en la calidad de vida del paciente es el de la digitalización de los historiales clínicos y la conectividad de los centros hospitalarios.  

En el ámbito de la educación, la tecnología de HPE permitió que el sistema educativo en los países desarrollados funcionase a pleno rendimiento en plena pandemia. Cuando aún faltaban muchos años para saber qué era el coronavirus, estas mismas tecnologías permitieron el acceso a la formación remota de niños y jóvenes en países en vías de desarrollo o en guerra en los que era imposible la enseñanza presencial.

En tercer lugar está el desafío del cambio climático al que nos enfrentamos todos: ciudadanos, mundo empresarial y gobiernos. Cuando la sostenibilidad forma parte del ADN de una compañía, no sólo se logra reducir el impacto medioambiental  de sus productos y operaciones, sino también en  la cadena de suministro. En la actualidad, los equipamientos de tecnologías de la información son responsables del 4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una proporción que, si no hacemos nada, podría duplicarse hacia 2025, debido al aumento exponencial de su utilización.

La estrategia de negocio de HPE basada en la economía de la funcionalidad —modelo as a service— permite apostar de un modo natural por la sostenibilidad, ya que hace posible que las organizaciones accedan en cada momento a la mejor infraestructura tecnológica de una manera elástica, flexible y sostenible, evitando el sobreaprovisionamiento. Para reducir su impacto medioambiental, las organizaciones han de poder controlar y gestionar el ciclo de vida del producto y del servicio, desde los recursos naturales hasta el diseño y el uso de estos, pasando por la gestión del final de su vida útil. 

Por último, las grandes corporaciones tienen la obligación de aprovechar al máximo todo el potencial de sus tecnologías y su innovación para apuntalar la imprescindible transición hacia un modelo económico y social más inclusivo. La tecnología puede promover la igualdad de oportunidades de aquellas poblaciones que, por diversas razones, tales como el género, la edad o la discapacidad, no están representadas de forma equitativa. Además, la democratización de la tecnología permite consagrar el principio de igualdad y contribuye a reforzar la transparencia de organizaciones tanto públicas como privadas y a promover los códigos éticos y las mejores prácticas empresariales.

Con el máximo respeto a la privacidad, más tecnología es más salud, mayor bienestar, mayor cohesión social, más sostenibilidad, más productividad, mayor competitividad…, y, en definitiva, genera un crecimiento económico inclusivo y sostenible. Una “fuerza para el bien”.