40º Aniversario de ComputerWorld
#Computerworld40

Un estándar del rendimiento tecnológico para la excelencia del negocio

No sería exagerado afirmar que, en muchos casos, la tecnología ha adquirido el estatus de religión.

Ángel Pineda, CEO de Orizon

Desde mayo de 1981, mes en el que vio la luz en España el primer número de ComputerWorld, han pasado más de cuatro décadas que, llevadas a nuestro entorno, el de la tecnología, han significado una evolución continua y enloquecida que ha acabado en toda una revolución. En efecto, y si echamos la mirada atrás, y no tanto como cuatro décadas, nos bastan 10 años, estaremos todos de acuerdo en que la tecnología ha transformado nuestras vidas, nuestras empresas y nuestra forma de interaccionar con nuestro entorno a todos los niveles. Desarrollo de tecnología siempre ha habido, es inherente al ser humano, pero de una manera tan determinante como ahora, nunca. De hecho, creo que no sería exagerado afirmar que, en muchos casos, ha adquirido el estatus de religión. Sólo cabe fijarse en la relevancia y el impacto mundial cuando un chat o una red social fallan.

También apuntaría que en estos 40 años los prodigios de la tecnología, y sin entrar a valorarlos, lejos de quedar circunscritos a espacios cerrados, a grupos reducidos o a entornos como el empresarial, se han extendido como una mancha de aceite entre prácticamente todos los ciudadanos de este planeta por su facilidad de acceso y reducido coste. La raza humana ahora es digital imponiéndose de manera imparable, y aquí empiezan los problemas para muchas organizaciones, como nuevos clientes, usuarios, consumidores, que además son exigentes, protestan y deciden, a través de una pantalla y con un simple clic, si nos quieren o no.

Centrándonos en las empresas y concretamente en la tecnología de las empresas, la denominada corporativa y que tan bien ha reflejado ComputerWorld durante estos 40 años, la transformación ha sido brutal. Por un lado, en el entorno empresarial, y lejos de ser un soporte, muchos negocios son ahora mismo pura tecnología, es decir, la tecnología ha dejado de ser un soporte para el negocio para, en muchos casos, ser el negocio en sí mismo. Por otro lado, y teniendo en cuenta a los nuevos usuarios digitales, y de manera resumida, la tecnología ya no emerge de las empresas hacia sus usuarios, sino que el proceso es el contrario y el ámbito empresarial es ahora subsidiario de la tecnología de consumo, la auténtica protagonista.

Pues bien, si admitimos que la tecnología es omnipresente y la damos por supuesta con igual naturalidad que damos por hecho que habrá aire para respirar, ¿cómo la ven dentro de las empresas? ¿Tienen la misma percepción los responsables de ella dentro de las organizaciones? ¿Qué rol le otorgan? Y, ¿qué piensan de ella los directivos enfrascados en las decisiones sobre el negocio y la estrategia de la organización?

Pues curiosamente o quizás inexplicablemente, 40 años después, hay directivos que, aunque nunca lo reconozcan abiertamente, asumen la tecnología sólo como un coste que hay que soportar, algo que la organización debe tener pero que no constituye una ventaja competitiva, un ente incomprensible que no genera ingresos; en definitiva, algo inflexible, caro, lento de respuesta, abstruso y oscuro. Gran error y además peligroso. Hoy por hoy la única opción es abordar la tecnología desde el punto de vista de su valor y desde luego, desde el punto de vista de su control.

Pensar en el valor de la tecnología significa pensar en eficiencia en todos y cada uno de los eslabones de la cadena de valor de la industria tecnológica. Para ello resulta imperativo poder medirla y hacerlo a partir de parámetros empresariales y no tecnológicos. Hay que salir del agujero y establecer modelos de medición y de corrección, en definitiva, modelos de excelencia. Ese avance es especialmente urgente en el ámbito del software, arma verdaderamente clave de cualquier arsenal tecnológico.

Por su parte, pensar en el control de la tecnología supone tomar conciencia de la panoplia de tecnologías existentes y asumir el crecimiento exponencial de su complejidad que, además, exige más recursos, tanto tecnológicos como humanos, es decir mayores costes. Pues bien, hoy en día, en la mayoría de los casos está creciente complejidad no se acompaña de un mayor control. Muy al contrario, con el aumento de complejidad y los recursos también crece el caos y, consecuentemente, la falta de control del valor y de los parámetros básicos del rendimiento tecnológico asociados a los procesos de negocio.

 

Monitorización y optimización continua

Para poner orden en el caos la medición y el control son imprescindibles. Por ello, y dada que es nuestra especialidad, me gustaría también repasar muy brevemente la evolución habida, no sólo de la tecnología, sino también de la metodología de la monitorización, es decir, la ciencia para poner orden en el caos o prevenir que ocurra.

Además, creo firmemente que es una evolución a la que Orizon está contribuyendo con una tecnología única made in Spain y un equipo merecedor de la medalla al alto rendimiento, y que ha supuesto la extensión de la monitorización desde una primera época, en la que se limitaba al control de la ejecución del código, al momento actual en el que es posible conocer en tiempo real qué está pasando y hasta qué punto son ágiles las metodologías agiles.

Desde mi punto de vista, en esa evolución podemos distinguir tres estadios fundamentales. Uno inicial, que se prolongó hasta avanzada la primera década del siglo XXI, en el que la monitorización se circunscribía a un nivel físico. Un segundo, el de las soluciones APM, en el que la monitorización alcanzó varias capas y la correlación entre ellas. Y un tercero, el actual, en el que la monitorización, además de ser híbrida para abarcar sistemas on-premise, cloud y servicios de terceros en múltiples tecnologías, para ser completa debe implicar también una optimización continua.

Para acabar, me gustaría hablar de deseos o, simplemente de nuestro punto de vista, a fin de cuentas, hace unas líneas declaraba que nos sentimos protagonistas de este mercado. Pues bien, el futuro pasa porque CIO, CEO y también terceros como los proveedores de servicios, hablen un mismo lenguaje y que lo hagan sinceramente. Que cuenten con un estándar del rendimiento para ayudarles a generar, apoyándose en los indicadores esenciales para el negocio, un ciclo de mejora continua de la calidad y partiendo del final, desde la medición de los problemas, y no al contrario, como es común afrontarlo. Solo así es posible extraer todo el valor que la tecnología puede aportar a una transformación que verdaderamente sea a mejor.